Durante muchas décadas, la gente ha sido educada por personas que poco a poco han ido ignorando el proceso del pensamiento.
Los dogmáticos religiosos han convertido el pensamiento en objeto de pecado, ya que podemos pecar «en el pensamiento», y los científicos han convertido el pensamiento en un proceso bioquímico. Por otra parte, hay que decir que para la mayoría de la gente, el pensamiento no es realmente importante. Pensar sería completamente inofensivo y no daría lugar a ninguna consecuencia…
El pensamiento queda así abandonado a su suerte, desatendido, sin discernimiento. El hombre suele lavar su cuerpo, que vemos, pero nunca lava su mente, que no vemos.
Esta falta de interés ha acabado por hacernos completamente inconscientes de todo lo que habita en nuestra esfera mental, origen de tantos males.
Tomemos el ejemplo de una persona infeliz y retraída.
Cuando ocurre un acontecimiento, la persona lo mira y lo interpreta según su propia experiencia, creencias y personalidad.
Se concentra en un pensamiento que repite una y otra vez, y éste da lugar a otros pensamientos de la misma familia, que repite, adornándolos con imágenes, recuerdos y valores propios.
Con el tiempo, da lugar a sentimientos. Estos sentimientos, a su vez, alentados y dinamizados por otros pensamientos, pronto se convierten en emociones, como la tristeza o la pena.
Si esta persona continúa y refuerza su estado de ser con otros pensamientos del mismo tipo, irá de mal en peor hasta que su cuerpo le duela…
Algunos creen que pensar es inofensivo, otros saben que un pensamiento puede cambiar el destino…
He aquí una clave en la que pensar y que podría cambiar tu destino :
Medita y repite interiormente este mantra mágico, hasta que despierte su sabiduría dentro de ti.
«Vivo dentro de aquello en lo que enfoco mis pensamientos. Si doy energía al descontento, vivo en el descontento. Sabiendo esto, no me centro en mis imperfecciones, sino que refuerzo mis cualidades.»