«Te veo»
¿Qué ves cuando miras a alguien?
- ¿Lo estás mirando a través de tus propios filtros, juzgándolo a través de tus conceptos, tu forma de ver el mundo, lo que te alimenta y lo que te asusta, lo que esperas de él?
- ¿La miras con total indiferencia, sin prestarle atención, sin interesarte por lo que lleva dentro?
- ¿La miras de forma totalmente neutral, aceptándola como es, por lo que es, sin emitir juicios, sin sentirte herido en modo alguno por lo que pueda decir, hacer, pensar o creer?
Cuando una madre mira a su hijo, sabe en el fondo que, piense lo que piense o haga lo que haga, el cuadro no está terminado, está en camino.
Siempre le deja la posibilidad de mitigar las circunstancias, la posibilidad de crecer, de transformarse, la posibilidad de vivir lo que tiene que vivir sin juzgarle, sin darle consejos que sólo saldrían de su propio concepto de la vida…
Una madre acepta a su hijo tal como es. Le acompaña, le escucha, le protege, le rodea, no le juzga, no le condena, ni siquiera con sus pensamientos.
Les da espacio para respirar, existir y experimentar de la forma que mejor se adapte a sus necesidades.
Una madre conoce el poder del amor, no juzga en función de lo que hay en el exterior, sino que sigue confiando porque ve en la otra persona su alma, su belleza interior. La vida a menudo nos «golpea», pero lo cierto es que venimos con un potencial, una belleza, un alma que sólo intenta emerger, existir, expresarse, pero para ello hay que darle la oportunidad. El juicio y la crítica son barreras que impiden que florezcan las virtudes potenciales de cada persona.
Esta es la opinión de la madre
«Te veo» significa :
– Veo tu belleza interior, la siento, conozco la belleza de tu alma, más allá de tus palabras a veces hirientes, de tus debilidades, de tus defectos, de tus errores, de tus reacciones a veces impulsivas e irreflexivas….
– Te veo como realmente eres, en lo más profundo, donde reside tu alma.
-» Te veo sin juzgarte, sin culparte, acogiendo todo de ti con amabilidad y respeto, sin ofenderte, sin acusarte, sin culparte, sin sufrir por ello.
Si eso no es posible para mí en este momento, me haré a un lado porque :
«Yo también me veo», no te hago daño, pero tampoco me hago daño …
«No te juzgo, pero tampoco me juzgo a mí mismo.
«Me alejo para darte tiempo a pensar, pero también me doy tiempo a mí mismo.
«Cuido de ti retirándome del juego si yo también sufro demasiado.
Yo también soy una madre para mí misma
-Puedo ver que lo que dices, lo que haces, lo que dices me hiere, me hace reaccionar, da vida a mundos que viven dentro de mí. Así que veo que yo mismo tengo zonas oscuras que trabajar, heridas que reparar… Así que te doy las gracias por lo que me has mostrado, doy un paso atrás y antes de culparte, o tirarte piedras, miro lo que vive dentro de mí para trabajarlo y te ofrezco mi gratitud.»
-» Te veo sin esperar nada de ti porque mis expectativas y proyecciones podrían influirte, perjudicarte y velar tu identidad en el momento y tu identidad más profunda, impidiéndote ser tú.
Así que tú te ves, yo te veo, puedo elegir en verdad quedarme o irme por un tiempo. Te ofrezco la libertad de ser y me la ofrezco a mí mismo también.
– Te veo en todas tus posibilidades, te veo rico en todas tus experiencias, en todo lo que tienes que trabajar, porque sé que son fuerzas importantes dentro de ti que están esperando florecer.
– Veo que la forma en que te acojo incondicionalmente puede o no permitirte verte y acogerte por lo que realmente eres desde toda la eternidad.
Así que te doy permiso para que seas verdadero, para que seas auténtico, para que no escondas nada de lo que eres, para que dejes que las cosas aparezcan para que puedas tomar conciencia de ellas y trabajarlas, sin filtros, sin máscaras y sin miedo. Yo hago lo mismo por mí.
– Te miro y te amo, mi alma ve la luz en ti».
«Te veo.»
Isabelle Métais